Ni podemos ni debemos olvidarnos de quienes en los tiempos más difíciles, cuando el solo hecho de llevar unas flores a sus muertos era delito y motivo de represión por el franquismo, tuvieron el valor y pusieron su empeño y sus escasos recursos, para que hoy podamos mostrar al mundo las tropelías a las que fueron sometidos cientos de miles de españoles, personas de toda edad, sexo y condición, y con ello darles la identidad y la justicia que sistemáticamente la historia les ha venido negando.
Sin este puñado de de hombres y mujeres valientes y comprometidos, AFECO no existiría, por eso hoy, y puesto que la mayoría ya no están, queremos dejar constancia de lo mucho que les debemos, ellos hicieron posible que generación tras generación, la historia de nuestros familiares represaliados, se conozca, que sus nombres no se borren de la historia, y que se sepa, que detrás de cada nombre, hubo una vida, una identidad, y una familia desmembrada y destrozada por la barbarie franquista.
Con todo nuestro cariño y respeto a los que son los verdaderos fundadores de AFECO.